Y DIOS CREÓ A LOS SEISES
Quiero que Sevilla tenga
En su entraña más hermosa
Entre miles una cosa
Que de su Cielo le venga,
Y viéndola se entretenga,
Se emocione, se recree,
La regale y la desee,
Pues entre todas sus cosas,
Que bien es que son hermosas,
Será del Cielo presea.
Que en forma de danza sea,
Que alabe, sin ser desdoro,
Con fuego, con cielo y oro,
Con plumajerías suaves,
Y trinen canoras aves
En un intangible coro.
Lleven nobleza del oro,
Lleven un celeste ciego
Con un carmesí de fuego
Que brote del movimiento,
Pureza de sentimiento
Dulcemente palaciego.
Y así se perciba luego:
Sea el olor de la miel,
Trozo de Cielo en vergel
Que desprendido del mismo,
Sin concebir el abismo,
Sea como vivir en Él.
Sea el sabor de la miel
Y la suavidad de un velo.
Sea un trocito de Cielo
Donde dancen unos ángeles,
No transcurran, sino aguárdenles
La vida y siglos de anhelo.
Téngalo, por Dios, con celo,
En un lugar que sea bueno.
Lleve Sevilla en su seno
Esta sensación preciosa,
Bonita como una rosa
Triunfal adversa del treno.
Corazón de mieles lleno
Y espíritu confortado,
Ansioso y desesperado,
Queriendo más otra vez,
Sea la sensación después
De haber los Seises bailado.
EN AQUEL TIEMPO...
En aquel tiempo de los Seises calladitos,
Nítidas filas caminando inquebrantables,
De dos en dos, adelante, inseparables,
Que no son niños, que son ángeles benditos.
En aquel tiempo de los Seises danzarines,
De bailadores dando giros en volandas,
Munificentes castañuelas, como en andas,
Armonizando a primorosos querubines.
En aquel tiempo de los Seises ruiseñores
Que la Giralda de sus trinos disfrutaba,
Y que la Puerta de Oración desesperaba
Por ver pasar bajo el lagarto a los cantores...
En aquel tiempo la fe no suspiraba...
No hay comentarios:
Publicar un comentario